Cuando de repente chocas con la realidad

S. nunca había querido hacerse mayor y el tiempo la pilló por sorpresa. De un día para otro se encontró rodeada de responsabilidades y dolores varios, la mayoría profundos y agarrados a las entrañas. Era una situación desconcertante. No sabía manejarla porqué desde siempre había preferido vivir a caballo entre su imaginación y la de los demás. No quería saber nada de la realidad adulta e inconscientemente había congelado su alma a los quince años. De repente le arrancaron las fantasías de cuajo, sin pudor, sin remordimientos, y S. se  vio obligada a continuar viviendo en un modo aleatorio, intentando buscar en los espejos los restos de la niña que algún día fue. No tuvo suerte, la inocencia había desaparecido para siempre y con ella, todos los valores de la vida de S. A menudo se preguntaba a dónde irían a parar todas esas cosas buenas, porqué lo malo siempre es más fácil de recordar y por lo tanto, permanece, aún y los esfuerzos sobrehumanos por borrar aquello que nos hirió. S. se vio envuelta de diversas sensaciones a las que no sabía nombrar, quizás por no había aprendido a identificarlas, quizás por qué nunca quiso admitir que le habían roto el corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario