Insomnio

Para aquél entonces ella se sentía frustrada, engañada e, inevitablemente, abatida. Sintió el deseo de salir corriendo y escapar descalza de aquella ciudad agridulce, que le había dado instantes de felicidad y dosis de tristeza a partes iguales. Él lo había vuelto a hacer, la había vuelto a dejar en el limbo de aquella relación que no iba a ninguna parte. Ambos lo sabían, pero ella intentaba convencerse de que tal vez, algún día, eso iba a cambiar. Pero no, esta vez parecía definitiva; él, con el anhelo de ser un alma libre, había decidido abandonarla por enésima vez. En el fondo, ella sabía que ese punto y final que ella misma era incapaz de marcar debía llegar algún día, y sería un domingo cualquiera. Aún y aceptar esa realidad, aún y aceptar que debía correr de nuevo hacia adelante en forma de sprint desesperado, había algo que no la dejaba dormir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario