Rewind

Bajo una luz roja y escuchando su banda sonora en común, camina hacia atrás recordando el día en qué decidieron por primera vez poner todas las cartas sobre la mesa e, inevitablemente, poner un punto y final a lo suyo. Un final que paradójicamente no duró ni veinticuatro horas, porque a la noche siguiente se reencontraron en medio de la fiesta de forma desesperada. Estaban ansiosos, perdidos y borrachos. Se buscaban insistentemente por miedo a su soledad. Qué incapaces eran entonces de acabar con todo; se utilizaban de forma mutua a través de actos de amor impulsivos, aún y sabiendo que la mentira estaba ahí. Él no era capaz de tomar una decisión definitiva, y ella, al tenerlo en aquella ciudad, se aprovechaba de ello esperando que algún día la eligiera. Cuántas lágrimas se perdieron en aquella despedida ficticia, en aquella esquina tan transitada. Qué dolor sintió entonces…pero ahora, de repente, lo recuerda como algo estúpido. Aún no entiende muy bien lo que marcaba sus comportamientos, qué era lo que los llevaba a destrozarse las vidas; quizás fuera amor, quizás sólo sexo, pero a esas alturas eso había dejado de importarle. El cinismo la invade poco a poco, se acostumbra a su soledad e intenta reconciliarse consigo misma. Con cada cambio de canción más se convence de que no quiere volver a enloquecer, ni quiere entregar su alma a nadie, ni quiere compartir cama con sentimientos; ahora sólo ansía reconstruirse después del huracán que él dejó a su paso. Pero aún así, aunque la luz roja ciegue sus pensamientos, ella sabe que sigue echándolo de menos, y que sigue viéndolo en el metro cómo si aún estuviera ahí…esperándola.

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