De Google y otras búsquedas

Nos pasamos las horas, los días y la vida buscando cosas. Sí, estamos continuamente en estado buscador, en modo google, aunque ni tan siquiera sepamos lo que queremos encontrar. Además, no nos conformamos con cualquier cosa, no, y precisamente por eso estamos siempre rastreando en busca de nuevas oportunidades. Buscamos el mejor trabajo, la mejor pareja, el mejor restaurante, el mejor supermercado, la mejor televisión, los mejores amigos, la mejor escuela para los niños, la mejor hipoteca, etc, pfpfpf. Sí, buscamos eso y más. Y en ese proceso de selección de cosas, unas más banales que otras, también nos estamos buscando a nosotros mismos. Definitivamente, sí, y sobre todo a según qué edades, uno no hace más que adentrarse, preguntarse, escudriñar rincones ocultos, recorrer espacios laberínticos, quitar capas y capas de autoprotección, poner grandes dosis de paciencia, abrirse el corazón y conectarlo a esa máquina llamada cerebro con el único objetivo de encontrarse. Por qué uno cree saber quién es, uno puede ser inteligente, simpático, atento, entusiasta, empático, optimista, agradable, trabajador, soñador, luchador y por supuesto, toda una lista interminable de defectos que nos compensa tanta cosa buena. Pero claro, luego pasa algo, cualquier cosa, nimiedades o una relación sentimental que acaba, un mal resultado en el trabajo, un proyecto fallido, un cambio… e incluso cosas buenas, por qué eso también hay que saber digerirlo adecuadamente. Y así, después de que pase algo, y pasa frecuentemente, uno se ve obligado a replantearse quién es. Sí, por qué en el fondo no somos más que un cúmulo de experiencias que se suman a nuestra esencia. Vale, esa puede que difícilmente cambie, pero muchas veces me sorprendo a mí misma pensando qué por qué hago esto si yo antes no era así. Y entonces nos buscamos, buscamos respuestas y sin embargo sólo encontramos más y más preguntas. A todo esto, vengo a decir que seguramente toda esa parafernalia sentimentalista se reduzca a una sola cosa, la búsqueda de nuestra felicidad. Sin embargo, no sé quién decía que la vida se compone de momentos felices y no de etapas felices, y puede que tenga razón. Puede que tanta búsqueda no haga más que empañar el presente de agobios, malos ratos y ansiedades a tutiplén. Está claro que malas rachas las tiene todo el mundo, no estoy hablando de eso. Quizá deberíamos ser más resolutivos y menos inconformistas y aprender a disfrutar del ahora, del mañana y del pasado mañana sin pensar en la semana que viene. Al fin al cabo, la felicidad debemos llevarla dentro, ¿para qué buscarla afuera?...Todo es culpa del Sr. Google.

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