Suposiciones

Él la estampó sobre la pared de aquella calle oscura y poco transitada. Tenía una sed desmesurada de bebérsela a lametazos improvisados y ella, silenciosa, se dejaba hacer. La ató de pies y manos con cuerdas invisibles mientras redescubrían los rincones de sus bocas, desesperadas por el reencuentro, diciéndose de esa manera todo lo que no sabían decir con palabras. Ella sintió de golpe cómo se le abrían todas las cicatrices, él creyó que así la podría retener.

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