Maquillar con una sonrisa
que todavía dueles hasta el alma,
desear, en parte,
que esa felicidad sea la peor de tus torturas.
Saber que no hallo, ni hallaré,
manera alguna de devolverte tus mentiras,
que ni tan sólo pagarte con especias
puede hacerte sentir el más mínimo remordimiento.
Demostrar indiferencia que a ciencia cierta
atormenta más que odiarte de verdad,
que si creyera en la justicia,
me arrodillaba ante ti pidiendo clemencia.
Incrustar en mi memoria
que esto siempre ha sido un juego,
que las reglas las marcabas tu
a sabiendas que yo perdía de antemano.
Acertar cuando pienso que nunca,
nunca habrá en ti algún pedazo de mí,
que los cobardes ya no tienen sentimientos,
que sólo venden historias de amor,
para no aburrirse en el camino.
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