A ella nunca le han escrito cartas de amor,
más bien siempre han sido de despedida,
mejor así, piensa, tener al menos un motivo
para recordar por qué los que se fueron
nunca debieron llegar.
Es la chica del adiós,
un pasatiempo encrucijado
para aquellos que no se atreven a quedarse,
la chica que mide su vida sentimental
por los calcetines sueltos que han ido invadiendo su casa.
A ella podrían gustarle las cartas de amor,
sino fuera porqué sabe que solo consiguen fabricar expectativas,
hacer promesas incumplibles,
partirse en dos cuando el que la escribió
desaparece en la salida de emergencia.
Algunos la llaman excéptica,
la creen fría y racional,
pero son aquellos que no saben
que la chica del adiós se debe a su nombre,
que quizá antes de poder recibir cartas de amor
es ella la que prefiere marcharse.
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