Por todos es sabido que la publicidad bancaria es uno de los ámbitos más complicados a la hora de vender productos. ¿Quién pide un préstamo por amor al arte? Fácil, nadie. La necesidad humana de superar la cuesta de enero y de febrero, julio o septiembre nos lleva a tener que pedir dinero prestado. Y qué putada pensamos todos, con los intereses acabo pagando cinco veces más de lo que me han dejado. "A partir de este año me compro una hucha cerdito y ahorro para la hipoteca", taratí que te ví ¡sigue soñando querido! La ley del ahorro sólo funciona para aquellos que: a) ganan mucho dinero, o b) aquellos que no dejan ni cinco céntimos de propina.
Total, dejando de lado el background que nos empuja a llamar Pepito, el director del banco, para pedirle algo, nuevamente tuve que poner a trabajar a mis ya de por sí desgastadas neuronas, para vender un producto bancario. Escogí la vía fácil, la temida hipoteca, pero en el fondo, casi todo el mundo necesita una. Y para evitar que al final, uno acabe construyendo una relación de amor-odio con ella, la mejor solución en la comunicación es optar por la transparencia.
¡Ahí va! Menos mal que yo, de momento, sigo viviendo de alquiler.
No hay comentarios:
Publicar un comentario